Diferencias salariales de género: el factor invisible

Diferencias salariales de género: el factor invisible
Tenemos una real oportunidad de reconocer y respetar el rol de las mujeres en nuestra sociedad.Alejandra Fuenzalida, directora Ejecutiva de United Way Chile

Cuando queremos abordar estas desigualdades, tenemos que revisar qué otros factores pueden estar jugando un rol importante, aunque no tan visible.

El problema de la brecha de género debe ser abordado desde una perspectiva integral. Además de los esfuerzos que se realicen a nivel gubernamental o legislativo, con el fin de crear una institucionalidad que permita una igualdad de acceso para hombres y mujeres de forma transversal, es importante mirar hacia nuestro entorno más cercano y ver qué tipo de dinámicas pudieran estar llevándose a cabo y que impiden el avance que tanto requerimos como sociedad.

Según datos arrojados por el INE a través de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) de 2017, los sueldos medios y medianos de los hombres estuvieron en el rango de $ 636.981 y $ 402.355, respectivamente, mientras que para las mujeres estos montos fueron de $ 450.287 y $ 319.725. La brecha de género, por tanto, alcanzó un -29,3% en el ingreso medio y -20,5% en el mediano, ambas perjuicio de las mujeres. Si bien este número es levemente mejor que en 2016 (2,4 y 4,4 puntos porcentuales en cada caso), la diferencia sigue siendo grande.

Cuando queremos abordar estas desigualdades, tenemos que revisar qué otros factores pueden estar jugando un rol importante, aunque no tan visible. El New York Times publicó los resultados de una encuesta reciente, en la cual las mujeres, en matrimonios heterosexuales, afirmaron ganar en promedio 1,5% menos de lo que realmente reciben como salario, mientras que los hombres dijeron percibir 2,9% más. Y si bien hoy cerca del 25% de las parejas incluye a una mujer ganando más que su esposo, el 71% de las personas encuestadas asocia la figura de un “buen marido” a su capacidad de mantener financieramente a su familia.

Sólo un tercio fue capaz de afirmar lo mismo en relación con las mujeres, según informó el Pew Research Center.

¿Cuál es el miedo que enfrentamos como sociedad cuando no somos capaces de transparentar datos como estos? ¿Por qué debemos seguir amarrados a una narrativa donde será mejor visto socialmente que sea el hombre quien provea y sustente el hogar? Cuesta entender que, en pleno siglo 21, sigamos perpetuando relatos que relegan a las mujeres a un plano secundario, en momentos en que el mundo pide a gritos cambios radicales.

En la medida que sigamos haciendo oídos sordos a la necesidad de promover espacios de crecimiento y desarrollo para las mujeres, esta dinámica seguirá durante décadas. Tenemos una real oportunidad entre manos de cambiar el curso de la historia y reconocer y respetar el rol de las mujeres en nuestra sociedad. Sólo así podremos cimentar el camino para las nuevas generaciones y ofrecerles un mundo en donde estas diferencias no existan.

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