El nacimiento de un placer

El nacimiento de un placer
Vuelta Abajo, principal zona tabacalera de Cuba.

Historia del tabaco y retrato del verde follaje que se convertirá en humo.

Un buen puro nace en la planta del tabaco; mejor dicho en las plantas -como veremos más adelante- y su historia se remonta a miles de años en la América aún no descubierta. Con el tomate y la papa se convirtieron en el oro vegetal que las nuevas tierras le regalaron al viejo mundo.

El tabaco es uno de los primeros hallazgos de Cristobal Colón quien -tras pisar tierras americanas- encomienda a Don Rodrigo de Xerez la entrega de unas cartas de los reyes católicos al Gran Khan, tarea imposible pues éste se encontraba obviamente en otro continente.

No obstante, al regresar de su fallida misión el 6 de noviembre de 1492, le cuenta al Almirante sobre unas hojas secas que los nativos indígenas Taino enrollan y encienden por la punta, inhalando el humo resultante; aunque mejor dejo el relato del descubrimiento de Xerez (y su traductor) al Padre Bartolomé de las Casas, quien en su Historia General de Indias describía de esta forma al tabaco y esa costumbre que ahora llamamos fumar:

Hallaron estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres, siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas metidas en una cierta hoja, seca también, a manera de mosquete hecho de papel, de los que hacen los muchachos la Pascua del Espíritu Santo, y encendido por la una parte dél, por la otra chupan o sorben o reciben con el resuello para adentro aquel humo; con el cual se adormecen las carnes y casi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio”.

Continúa de las Casas ya dándole nombre a esas hojas enrolladas y convirtiéndose en el primer detractor del placer de fumar:

Auditando la Calidad

Estos mosquetes, o como les nombraremos, llaman ellos tabacos. Españoles conocí yo en esta isla Española, que los acostumbraron a tomar, que siendo reprendidos por ello, diciéndoseles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano dejarlos de tomar; no sé qué sabor o provecho hallaban en ellos”.

Pero tanto enamoró esa hoja y el ritual nativo a Xerez, que sumó una importante cantidad de hojas de tabaco a su equipaje al regresar a España a bordo de La Niña. Cuenta la historia que tras cada comida se encerraba bajo llave en su cuarto a fumar.

Su mujer, intrigada por ese encierro, espió a Xerez por las rendijas de la puerta y con horror vio a su marido chupar como poseído de un tizón y soltar humo por la boca; y huyendo despavorida de su casa gritó por las calles que su esposo tenía al diablo dentro y el fuego del averno en su alma.

Así fue que el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio juzgó y condenó al pobre Rodrigo de Xerez, tras ser sometido a “interrogatorios sin cuento y grandes sufrimientos”, a pasar diez años de su vida tras las rejas por el hábito de fumar esas “hierbas pestilentes y hediondas que provenían del demonio”. Al quedar libre vio a tantos fumar por las calles que sólo atinó a una cosa: se sentó en su casa a fumar.

Planta CriolloY vivió todo este periplo gracias al tabaco, nombre común de dos plantas (Nicotiana Tabacum y Nicotiana Rustica) de la familia de las Solanáceas que son cultivadas por sus hojas y -una vez curadas- se mascan, se aspiran en forma de rapé o simplemente se fuman.

Estas plantas toman su nombre genérico de Nicotianas en honor al embajador francés en Portugal durante el reinado de Carlos IX , Jean Nicot, quien conoció en 1560 a Damián de Goez que llevaba la planta a la Corte de Catalina de Médicis. Convencido entonces Nicot de sus propiedades medicinales, le recomendó a la familia real francesa que utilizara sus hojas como sustancias curativas.

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