Cuándo y cómo ocurre la corrupción en las empresas

Cuándo y cómo ocurre la corrupción en las empresas
Si hay corrupción es porque existen personas.

Juan Cruz Amirante, Head Office KROLL Argentina, recomienda cómo y cuándo ocurre la corrupción en las empresas.

La corrupción es un grave obstáculo para el buen funcionamiento de las empresas y para poder entenderla en el mundo de los negocios hay que saber en qué situaciones ocurre este fenómeno y quienes suelen estar involucrados en estos actos ya que la misma no sucede al vacío.

A continuación, daré respuesta a estas dos preguntas desde el punto de vista de quien ha investigado y analizado múltiples casos de pago de sobornos tanto en negocios locales, como en operaciones transnacionales.

¿En qué situaciones ocurre la corrupción?

Uno de los principales asuntos a entender de la corrupción es por qué, en un momento dado, una compañía decide comprometerse en un acto corrupto. La experiencia y la evidencia empírica existente nos indican que, en general, las organizaciones tienen incentivos grandes de corromper en cinco tipos de escenario:

  1. Para comprar alguna ley o norma que puede afectar su negocio o industria a la que pertenece. Típicamente esto se observa cuando una empresa conoce que está por emitirse o se está discutiendo una regulación que puede limitar o controlar su participación en determinada industria. Entonces decide “comprar” la norma para que el legislador o el regulador no afecten sus intereses.
  2. Para obtener o retener un contrato. En general, los escándalos de corrupción ocurren en torno a los procesos de compras y licitaciones. Acceder a contratos o ser favorecidos con concesiones suele tener un fuerte incentivo para que las compañías –y sus directivos—decidan asegurarse el contrato mediante pagos ilegales.
  3. Para evadir una multa o sanción. Las empresas que enfrentan algún tipo de multa económica, sea por una violación regulatoria o por un incumplimiento normativo, suelen tener incentivos para, a través del soborno, comprar la no sanción del ente regulador.
  4. Para obtener licencias o permisos necesarios para la operación de sus negocios. En muchos casos, se ha visto que la obtención de una licencia o permiso implica para las compañías acelerar sus procesos productivos, por ejemplo, para abrir una nueva tienda, para ampliar la fábrica que se tiene o conseguir los permisos de importación o exportación que se requieren. En todos estos escenarios, las empresas pueden percibir que corrompiendo obtienen una ventaja competitiva.
  5. Para acceder a beneficios o incentivos económicos, por ejemplo, por medio de créditos blandos o préstamos a fondo perdido, que pueden implicar paras las empresas ganancias relativamente rápidas y poco cuestionadas. Este tipo de escenario se observa, sobre todo, entre pequeñas y medianas empresas que, a través de pagos ilegales, aseguran su incorporación a este tipo de programas.

¿Quién suele estar involucrado en los actos de corrupción?

La corrupción no sucede en el vacío. Si hay corrupción es porque existen personas, individuos específicos, que llegan a algún tipo de acuerdo y efectúan el intercambio ilegal: unos recibiendo el soborno y otros entregando el dinero, el regalo o el favor requerido.

Y en ese sentido es importante esclarecer quiénes son las personas que, desde el lado de las compañías corruptas, suelen involucrarse en estas malas prácticas. La evidencia empírica existente nos señala a tres grupos de corruptores:

  1. Aproximadamente el 10% de los pagos de sobornos están directamente relacionados con funcionarios de rango directivo o corporativo. Este grupo representa a la alta dirección de las empresas que en algún momento dado deciden corromper para obtener algún beneficio espurio, muchas veces incluso en contravía de las propias políticas corporativas de las empresas a las que pertenecen.
  2. Aproximadamente el 30% de los pagos de sobornos los realizan individuos que pertenecen a los mando medios o gerenciales de las empresas. Menos de la mitad de este grupo de corruptores suele actuar por instrucciones de sus superiores, en algún esquema más o menos consciente y tolerado de supeditación gerencial (management override). Pero la otra mitad suelen ser individuos que actúan por su propia cuenta e iniciativa. ¿Por qué lo hacen? La experiencia nos sugiere que esto sucede sobre todo cuando la persona quiere “resolver” un problema rápido y, de esa manera, ganarse el respeto y admiración de sus superiores, especialmente cuando el soborno a pagarse está relacionado con la obtención de algún permiso, licencia o evadir una multa.
  3. El 60% de los pagos de sobornos se relacionan con terceras partes, como contratistas, abogados, gestores, prestadores de servicios profesionales, etcétera. Estas terceras partes suelen utilizarse por las empresas para gestionar diversos asuntos y trámites. En la práctica, lo que se ha observado es que muchas veces estas terceras partes, que actúan a nombre de y en beneficio de determinadas compañías, suelen actuar también como vehículos para pagar sobornos. Al igual que en el caso de los mandos medios, también se ha observado situaciones en que las terceras partes actúan por propia iniciativa, sin avisar claramente a la compañía que las subcontrata sobre el tipo de gestiones que realizan realmente. ¿Por qué lo hacen? Existen varias posibles respuestas, pero generalmente esto sucede cuando esa tercera parte quiere asegurarse su contratación por parte de la compañía que la requiere.

Diseñar e impulsar programas anticorrupción en las empresas no es cosa fácil. Se requiere una comprensión completa de los riesgos de corrupción que cada compañía enfrenta en sus diferentes procesos y funciones.

Atendiendo las tres preguntas que en este ensayo se han planteado, los diseñadores de programas anticorrupción estarán en una mejor posición para centrarse en aquellos aspectos que, la experiencia y la evidencia empírica existente, nos indican como los asuntos más importantes a tomar en cuenta.

En materia de programas de prevención y detección de corrupción no hay recetas mágicas. Pero todo esfuerzo será insuficiente si no se parte de un conocimiento cabal de la situación de corrupción que efectivamente se enfrenta.

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