Una jornada laboral reducida y flexible, ¿es posible?

Una jornada laboral reducida y flexible, ¿es posible?
Existe mucho presentismo laboral, donde el trabajador se encuentra en su puesto de trabajo, pero no está realizando sus funciones.

Para el Día Internacional de los Trabajadores, que se celebró el 1 de mayo, expertos de la UOC, analizan el panorama del sector laboral.

La pandemia del coronavirus ha cambiado la forma en que vivimos nuestras vidas, pero también nos ha dado la oportunidad de reiniciar y repensar cómo trabajamos. ¿No será hora de apostar por una nueva jornada reducida y flexible, que resulte en una mayor productividad y menos presentismo? Para Daniel Toscani, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), “es por ello que la propuesta de una jornada laboral reducida y flexible ha adquirido una nueva importancia a medida que la pandemia agudiza los problemas en torno al bienestar, la salud mental de los trabajadores y el equilibrio entre la vida laboral y personal”.

Un estudio de la OIT (2019) reveló que los Países Bajos disfrutan del mejor equilibrio entre la vida laboral y personal de todos los países analizados. En promedio, los trabajadores en los Países Bajos tienen una semana laboral que consta de solo 32 horas, lo que equivale a menos de 6.5 horas en cinco días y 1.536 horas por año. A partir de esto, el experto de la UOC, expone algunas ideas en torno a la propuesta de reducir la jornada laboral:

Contra la cultura del presentismo

Existe mucho presentismo laboral, donde el trabajador se encuentra en su puesto de trabajo, pero no está realizando sus funciones. Son horas presenciales e improductivas, porque a partir de cierto número de horas trabajadas, la capacidad de atención no es la misma. Está demostrado que si trabajan menos horas, los trabajadores son más productivos. En este sentido, la reducción de jornada se podría hacer, en gran medida, con cargo a estas horas improductivas, manteniendo o incluso incrementando la productividad y permitiría más horas de ocio, favoreciendo el consumo.

Cabe señalar que existen trabajos, intelectuales, tecnológicos donde no es tan importante el número de horas que se esté en una oficina o teletrabajando, sino que lo importante son metas u objetivos que se deben alcanzar y de esta forma el trabajador se puede organizar su tiempo de trabajo, que puede ser igual de productivo o más que con un horario y jornada convencional”, indicó Toscani.

Es cierto que hay otros trabajos, donde la productividad sería más difícil mantener con la reducción de jornada, como es el caso de servicios y atención al cliente y que no todos los tipos de empresas pueden reducir la semana a cuatro días, dada la naturaleza de su negocio “pero incluso en estos trabajos hay que ir pensando en flexibilizar y acortar las jornadas de cara al futuro. Se trata, principalmente, de una cuestión social y de costumbres”.

Por ejemplo, en el Reino Unido en invierno, los comercios cierran a las 16 h de la tarde, un horario hasta ahora impensable. Sin embargo, la reducción horaria de los comercios y establecimientos de restauración es algo que ya hemos experimentado con la pandemia y que habrá que plantearse si no es una tendencia que ha venido para quedarse. En cualquier caso, no obstante, el mayor coste de reducir las jornadas en este tipo de trabajos y mantener el sueldo de los trabajadores no puede ser por la vía del mantenimiento de la productividad.

Primeros pasos de una tendencia creciente

Hay muchos ejemplos de otros países que han optado por esta vía. La primera ministra de Finlandia planteó una semana laboral de cuatro días en un panel de discusión antes de aceptar su cargo y recientemente ha recuperado esta propuesta. Su país vecino, Suecia, experimentó en 2017 con la semana laboral de 30 horas, repartidas en seis horas diarias (manteniendo el salario de ocho). La iniciativa, que se llevó a cabo en el sector público de la asistencia a la tercera edad, presentó algunos datos positivos. Las enfermeras se declaraban más felices (su hora de trabajo se pagaba un 33% más) y su productividad aumentó.

Otros ejemplos los encontramos en la Junta de Andalucía decretó en 2018 que los funcionarios pasaran de trabajar 37,5 horas semanales a 35 y en Cataluña el sindicato UGT acordó con la Generalitat en 2017 reducir el horario de los más de 9000 trabajadores de justicia) de 37,5 horas a 35 a la semana.

En el lado opuesto, sin embargo, tenemos el ejemplo de Francia, que hace unos años introdujo la reducción de la jornada laboral semanal de 35 horas, precisamente subvencionada por el Estado. Aunque efectivamente se experimentó una mayor productividad, a la larga se abandonó la práctica en la empresa privada, porque suponía un mayor gasto para la administración e incluso se está pensando de eliminarla para los funcionarios y la administración pública.

No obstante, la pandemia nos ha demostrado que hay ciertos sectores donde sí que se puede trabajar menos horas y ser igual de productivo, además de conciliar con la vida familiar y creo que es una tendencia cara al futuro imparable. Cada vez habrá menos trabajos donde se acudirá a una oficina 8 horas al día 5 días a la semana y las jornadas se irán flexibilizando y reduciendo”, concluyó el experto.

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