Lecciones aprendidas de la pandemia: cómo el teletrabajo incrementa la productividad

Lecciones aprendidas de la pandemia: cómo el teletrabajo incrementa la productividad
Buscamos convertir el teletrabajo en una fortaleza organizacional.Óscar Sánchez, presidente & CEO de Kyocera Document Solutions América

Antes pensábamos en el teletrabajo como algo idílico y sin estrés, pero no es así.

Es lógico que, a veces, los humanos compliquemos innecesariamente las cosas. Durante años, muchas empresas definieron políticas para permitir el teletrabajo de sus empleados, antes incluso de considerar si contaban con la tecnología apropiada, cultura y métricas para medir el desempeño del teletrabajador.

Pues bien, de un día para otro prácticamente todos nos hemos convertido en 100% remotos, sin apenas tiempo para prepararnos, y ha servido para darnos cuenta de que esta posibilidad era perfectamente viable.

Este proceso ha tenido sus desafíos, pero el famoso espíritu combativo de Kyocera brilló una vez más. En Kyocera el trabajo en remoto ha venido para quedarse y esperamos convertirlo en una ventaja competitiva.

Tradicionalmente se aceptaba que, para que las reuniones fueran eficaces, tenían que celebrarse cara a cara. Pues bien, las reuniones virtuales han invalidado esta teoría en apenas unos meses. Y hemos visto cómo, cuando las videoconferencias se llevan a cabo bien, pueden ser tan efectivas como las reuniones presenciales y, en muchos casos, más eficientes en términos de logística.

Estas reuniones nos han forzado a comunicarnos mejor, a dar instrucciones más claras y concisas para evitar confusiones. Esto solo puede ser bueno en términos de productividad.

Dicho esto, la mayoría de nosotros ya nos hemos dado cuenta de que trabajar desde casa no es precisamente fácil. Antes pensábamos en el teletrabajo como algo idílico y sin estrés, pero no es así: la mayoría disfrutamos de la flexibilidad que conlleva trabajar desde nuestros hogares, pero estoy seguro de que todos hemos vivido la dificultad de gestionar el estrés en casa.

A medida que la novedad dejó de serlo, descubrimos la complejidad de separar la vida personal de la profesional, los problemas de gestión del tiempo y el estrés generado por no disponer de un espacio de trabajo adecuado o la tecnología apropiada. Gracias a la flexibilidad y profesionalidad de nuestro equipo, hemos sido capaces de afrontar con soltura estos retos.

De cara al futuro, es poco probable que el modelo de trabajo 100% en la oficina o en casa funcione. Por lo tanto, es muy importante encontrar un equilibrio: por un lado, debemos darles a nuestros empleados la posibilidad de disfrutar el lado positivo del teletrabajo, pero también debemos valorar el sentido de comunidad y espíritu de equipo que conlleva trabajar juntos en la oficina, cara a cara, y por supuesto no infravalorar las interacciones casuales, que a veces son clave.

A medida que volvamos a la oficina, tenemos que analizar nuestro modelo de trabajo en remoto. Es preciso identificar qué ha funcionado y qué no. Porque, como decía antes, buscamos convertir el teletrabajo en una fortaleza organizacional y, para conseguirlo, debemos dotar al empleado de la capacitación adecuada para ayudarle a trabajar de manera efectiva desde su casa.

El tiempo no era un lujo que teníamos al comienzo de la pandemia, y es algo en lo que nos centraremos en los próximos meses. Vamos a aprovechar esta experiencia para hacer los ajustes que nos ayuden a mejorar. También vamos a invertir en tecnología de trabajo en remoto, flujos digitales y el desarrollo de una cultura del teletrabajo. Estas cuestiones van a ser esenciales para impulsar aún más nuestra productividad.

Es importante que evitemos una situación en la que tengamos dos grupos diferentes de personas en nuestra organización: los que trabajan desde casa y los que trabajan en la oficina. Somos una empresa con una cultura, y eso no debe estar influenciado por el lugar donde se trabaja.

De cara al futuro, muchas empresas se enfrentarán al desafío de mantener ese espíritu y unidad en ausencia de un espacio de trabajo central. A medida que nos volvamos más ágiles y dinámicos como empresa, también nos aseguraremos de que el espíritu de Kyocera permanezca intacto. Nuestra cultura es única y nuestro toque humano es lo que nos hace diferentes.

Por supuesto, nuestros fantásticos vendedores y técnicos están habituados a todos esto por la naturaleza de sus puestos, pero la reducción de sus cargas de trabajo durante la pandemia nos hizo darnos cuenta de que podíamos aprovechar para invertir en formarles más, lo cual resultará extraordinariamente útil para que puedan seguir haciendo lo que mejor saben hacer cuando todo esto sea historia.

Hemos aprendido mucho en los últimos meses, especialmente sobre nosotros mismos, en términos personales y profesionales. Y aunque todavía tenemos mucho que aprender con respecto al trabajo remoto, nos enfrentamos a este desafío en equipo. Dado el talento y espíritu que me rodea, estoy seguro de que convertiremos la “nueva normalidad” en una era emocionante para Kyocera.

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