Principalmente, por la vulnerabilidad de las bases de datos y la incapacidad de garantizar la validez del voto emitido.
Hace unas semanas, en Chile dos millones de personas votaron de manera electrónica, por una iniciativa municipal, para dar a conocer su opinión respecto de una nueva Constitución. Sin duda, una noticia positiva de participación ciudadana. No obstante, también invita a la reflexión acerca de la vulnerabilidad de un sistema muchas veces cuestionado.
En la actualidad, varios países en el mundo son los que tienen implementado el voto electrónico con el principal objetivo de fomentar la participación ciudadana en los procesos electorales y sumar con esta modalidad una opción más al voto por correo y al presencial. Entre ellos, Suiza, que lo implantó en 2005 y en sus últimas elecciones fue utilizado por casi la mitad de los votantes.
En Australia, el 63% de los habitantes de Nueva Gales del Sur optó por el voto online en sus más recientes elecciones. En Ontario, Canadá, el voto por internet se utiliza desde 2003; y en Nueva Escocia, desde 2008. En Estados Unidos, se usa en Florida y Virginia Occidental.
Ciertamente, es una modalidad que tiene pros y contras. Entre los primeros, lo más evidente es la facilidad y el acceso; entre los segundos, la seguridad, la autenticación del votante, no da garantía del secreto de voto y posibilita su manipulación.
De acuerdo al consultor Senior en ciberseguridad de ITQ Latam, Andrés Muñoz, Chile no está en condiciones de masificar el voto electrónico, porque no tiene la capacidad técnica para garantizar la seguridad de que el voto emitido sea válidamente el voto de una persona.
Ya se vio en Bolivia, cuando las votaciones electrónicas mostraron irregularidades que llevaron a la renuncia del presidente Morales. Las bases de datos son vulnerables y no hay manera de asegurar que el voto no sea modificado.
Así, el voto electrónico quizás nunca llegue a masificarse ampliamente en el país, por ejemplo, para una elección presidencial. Sin embargo, es indiscutible su valía para apoyar alguna consulta determinada en ciertas organizaciones, como sindicatos, colegios profesionales, municipalidades, juntas de vecinos, entre otros.
Además, es una herramienta muy útil para el voto en el extranjero, siempre y cuando, el sistema garantice la seguridad de la información y del voto emitido. La tecnología adecuada y bien implementada puede ser de gran ayuda para sacar lo mejor de esta modalidad y aprovecharla en situaciones y/o zonas que lo requieran.
A nivel mundial, solo algunos países desarrollados han implementado el voto electrónico de manera parcial, solo para algunas encuestas o censos acotados para conocer grosso modo el parecer de cierta población en relación a alguna temática en particular. Esto, porque no hay seguridad ni garantía. Es aún un campo inmaduro.
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