¿Cantaleteas a tus empleados?

¿Cantaleteas a tus empleados?

Franviol Figueredo. directora de Producción en Performia Colombia, explica porque no funcionan las cantaletas.

A estas alturas parece casi un hecho científico que la cantaleta no sirve para nada. De hecho, “cantaleta” es un término casi despectivo. Originalmente, “cantaleta” se define como “Ruido, confusión de voces e instrumentos”. Comparar esto con las explicaciones o regaños de tus familiares tiene una clara connotación negativa.

Y sin duda, si preguntas por ahí si la cantaleta es buena o mala, la respuesta en la mayoría de los casos será “Es mala”. Pero, ¿es posible siquiera echarle cantaleta a sus empleados? La respuesta es que sí, es posible, y es bastante común de hecho.

Pero un empleado rara vez volteará los ojos o chasqueará la lengua para dejarte saber que no le interesa lo que le dices. De manera que si quieres saber si te está pasando, debes evaluar la manera en la que reprendes.

¿Qué convierte a una reprimenda en cantaleta?

O en otras palabras, ¿qué hace que un regaño se vuelva “cansón”? Primero que todo cabe aclarar que las reprimendas no son necesariamente malas o buenas.

Dependiendo de cómo lo hagas, puedes lograr grandes cambios en las personas. Puedes hacer que se den cuenta de un error que han estado cometiendo toda su vida… o puedes hacer que se den cuenta de que no les caes tan bien como pensaban, y que tu empresa no es la indicada.

Si al reprender a alguien lo denigras o humillas, si lo insultas, o si actúas con furia desproporcional al problema (o furia en general), lo único que ganarás serán puestos vacantes en tu empresa, y el apodo de “cascarrabias”.

Por otro lado, si te pones a contar anécdotas que difícilmente vienen al caso, te lamentas de tu propia suerte, o si no haces más que enfocarte demasiado en los problemas, sin pedir soluciones, la gente dejará de ponerte atención, descartará todo lo que digas como “cantaleta” (aunque tengas razón), y no te hará caso.

¿Porqué no funciona la cantaleta?

La razón detrás de esto recae en un concepto sencillo, y es el autodeterminismo. A las personas les gusta tener control sobre lo que hacen, y esto se puede volver un impulso irracional.

El niño que insiste en comer barro después de que se le regañe lo hace precisamente para demostrar que él tiene el control. Por supuesto, si obtienes el respeto de alguien, esa persona puede decidir que va a escucharte, y esto es a lo que deberías llegar.

Pero si estás comentándole un problema a alguien que no está de acuerdo contigo, es posible que, inconscientemente, esta persona vuelva a cometer el mismo error (a menudo subconscientemente) solo para demostrarte que él tiene control sobre sus acciones, no tú.

Entonces, ¿Cómo asegurarse de que se resuelva el problema?

Si quieres que tus colaboradores se lo tomen en serio cuando les pidas mejores resultados, o señales las fallas en su trabajo que están poniendo en riesgo a tu empresa, hay un par de normas que suelen funcionar muy bien.

  1. Si tiendes a ponerte emocional, evítalo. Respira, apártate del problema, sal a dar un paseo o simplemente enciérrate en tu oficina (o en el baño, incluso) por el tiempo que sea necesario hasta que puedas pensar sin apretar los puños. El enojo solo produce malentendidos y más enojo.
  2. No le des vueltas al asunto. Naturalmente, nadie disfruta que le recalquen una y otra vez sus errores con explicaciones e historietas. Si hay un problema, pregúntale al que lo causó si entiende cuál es. Si le dice que sí, no le expliques porqué es un problema, o porqué debería tener cuidado. Si no entiende, explícaselo brevemente, hasta que la otra persona de señal de captar el asunto, e inmediatamente enfócate en algo bueno: pídele soluciones. No sigas explicando.
  3. Las soluciones son lo que vale. No te centres en el problema. Si las propuestas que te dan no funcionan bien, o no solucionan todo, pide que las cambien un poco, o compleméntelas si es necesario. Pero no gires alrededor de los daños y dificultades. Sé sencillo: “¿Entiendes? De acuerdo. ¿Qué vas a hacer al respecto?”.

Cultiva una cultura de soluciones y tendrás mucho menos trabajo en sus hombros, mucho mayor eficiencia en tu empresa, y muchísimo más respeto de tus subordinados. La vida es mucho más fácil así.

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